martes, 4 de octubre de 2011

Invencible ausencia

Hace unos pocos días mi hombre
se ha convertido en aire.
Siento su cuerpo liviano
cuando se sienta al borde de la cama.
Atraviesa los cielos y vuela 
sobre mares oscuros.
Mi hombre se ha convertido en aire
por motivos muy íntimos.
Sin embargo así,
intocable, incoloro e invisible
ha adquirido una fuerza insospechable.
Ya no posee extremidades
y le faltan el fémur y la aorta
pero me ama con movimientos novedosos
y palabras alegres.
Nunca golpeó tan fuerte como ahora 
la piedra de su sexo.
Mi hombre se ha convertido en aire,
se ha ensanchado su invisible cuerpo,
sus muslos y cartílagos y huesos
han adquirido nuevas dimensiones.
Es más fuerte que otros este hombre
que carece de músculos y órganos vitales,
que ha perdido los labios y los dedos.
Con terquedad me aferro ilusionada
a la suave piel que cubre su macizo esternón
y danzo con el aire, forcejeando
con su invencible ausencia.










Imagen: Foto de Piotr Kowalik



No hay comentarios:

Publicar un comentario