No poseo otra cosa que la voz
quebrada por el agua de la ausencia.
Esta voz que pronuncia
los nombres de estas calles
en donde nada es mío.
Esta gente construye las paredes
y escribe con sus manos
en las tablas, que son suyas,
desde ahora y para siempre.
Delimitan un patio y plantan árboles
y ese árbol es suyo y esa sombra.
Cruzan la calle porque nada pierden;
son suyos los semáforos y el aire,
las señales de tránsito y el césped,
este carril y el otro y esta curva.
Yo camino y observo
y por este pasillo hay zafacones
y nieve acumulada
y puertas que no abren y algo roto
y casas que eran suyas
que abandonan y venden y otra casa.