De la hora más negra
se sostienen
pequeñas piedras de luz.
La gota balbucea,
dactilares me hablan al oído,
un aguacero brota
de la garganta seca de mi mano
y mis muslos me abandonan
como sardinas ebrias;
el sueño llega a mí,
celenterado,
sobre esta sábana a la que me adhiero.
Excelente poema. Excelente!
ResponderEliminarCon luces, con sombras, con silencios , con sonidos, con aromas y sabores , tu poesía se siente y se palpa... Un abrazo, Patricia Delaloye,(Pat.-)
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