se sostienen
pequeñas piedras de luz.
La gota balbucea,
dactilares me hablan al oído,
un aguacero brota
de la garganta seca de mi mano
y mis muslos me abandonan
como sardinas ebrias;
el sueño llega a mí,
celenterado,
sobre esta sábana a la que me adhiero.
Imagen: Obra de Milan Nenezic