ser un handyman.
Saco cuentas a lápiz y papel
y ya mañana es lunes.
Tengo que decidir el menú,
aceite, arroz, frijoles.
La cerradura de la puerta está floja,
y hay que reforzarla,
y las bisagras.
En la mesa hay un periódico
y la semana tiene siete días,
debe haber por ahí un destornillador,
qué mañana tan quieta,
sólo el pecho de un hombre, que soy libre
y la casa es grande
y los techos son altos.
Un hombre ya no quiere ser un handyman;
ya no quiere atornillar bisagras,
componer cerraduras,
colocar telas metálicas
para que los insectos y roedores
no pasen de la calle a adentro.
Es que soy libre.
Quédate aquí un poquito,
háblame de tus cosas,
dame tu pecho, así, para dormir.
Vuela estos techos altos
y métete en mi cuerpo,
asegura la puerta.
Me fascina este poema.
ResponderEliminarGracias Rebecca, un abrazo!
ResponderEliminar