domingo, 18 de septiembre de 2011

Conclusiones mirando una puerta

Un hombre ya no quiere 
ser un handyman.
Saco cuentas a lápiz y papel
y ya mañana es lunes.
Tengo que decidir el menú,
aceite, arroz, frijoles.
La cerradura de la puerta está floja,
y hay que reforzarla, 
y las bisagras.
En la mesa hay un periódico
y la semana tiene siete días,
debe haber por ahí un destornillador,
qué  mañana tan quieta,
sólo el pecho de un hombre, que soy libre
y la casa es grande
 y los techos son altos.
Un hombre ya no quiere ser un handyman;
ya no quiere atornillar bisagras,
componer cerraduras,
 colocar telas metálicas
 para que los insectos y roedores
 no pasen de la calle a adentro.
Es que soy libre.
Quédate aquí un poquito,
 háblame de tus cosas, 
dame tu pecho, así, para dormir.
 Vuela estos techos altos
y métete en mi cuerpo,
 asegura la puerta.


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