Sabían que su unión sería inaceptable. Aún así, intentaron seguir con su romance y se paseaban por la plaza de noche, se bañaban en la playa los domingos, se besaban sentados en los parques, de manera tan natural, como para pasar desapercibidos. Pero fue inútil. Una vez descubiertos, los persiguieron sin misericordia, con el propósito de propiciarles el castigo corporal más cruel; ahogarlos, desmembrarlos, incluso quemarlos vivos. Por eso, resignados, decidieron alejarse de todos escogiendo el paisaje más lejano para construir su hogar. Y allí se amaron y vivieron felices, el escarabajo y la hormiga.
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