jueves, 25 de septiembre de 2014

La gran célula

No le sirvieron de nada ni el núcleo, ni los lisosomas ni los centriolos. Reventada contra la pared después de haber dado tanto, se fue deslizando con su citoplasma, su membrana plasmática y sus mitocondrias, convertida en un fino hilo acuoso que cupo, sin mayores complicaciones, por debajo de la puerta.


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