sábado, 13 de junio de 2015

Interruptus

Íbamos a ciento diez millas por hora cuando nos detuvimos de golpe y no pudimos evitar caer por un barranco. Quedamos pillados entre la carrocería y el vidrio de las ventanas. Unas gotitas resbalaban de las comisuras de mis labios y él continuaba con los ojos abiertos como si todavía contara estrellas, mientras esperábamos por que llegara el fiscal, a separar nuestros cuerpos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario