Quitó primero las cortinas y los cuadros. Guardó todos los objetos en cajas que rotuló cuidadosamente: cristal, porcelana, plata, bordados. La casa fue creciendo ante sus ojos, ya sin sillas, sin camas, sin mesas, cubriéndose de partículas de polvo casi inmediatamente. Entonces, mientras miraba al alto techo, el médico maniobraba sobre su abdomen, suturando los treinta centímetros de la incisión. Los muros cayeron luego, poco a poco, todo fue cuestión de tiempo.
Muy bueno, me gustó mucho este micro.
ResponderEliminarTe mando un abrazo.