sábado, 13 de junio de 2015

Sanatorium

La habitación de castigo del colegio de monjas era un recinto amplio, con una puerta de entrada y otra puerta más al fondo. Allí me llevaron una tarde; aquella niña de las trenzas. Por la puerta de fondo, decían las monjas, entraría la persona que me llevaría lejos de mi casa para siempre, como pago a mi mal comportamiento. Sentado en la única silla yo miraba el reloj. Con los pies hacía círculos en el piso. Veía en remolino toda la habitación, y la puerta al final. Era casi de noche cuando sentí como punzadas las palabras crueles y los rostros severos de las monjas, porque por la puerta de fondo entró mi madre. La agarré fuerte de la mano y nos fuimos a casa, a donde nunca he vuelto.


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